CULTURAS PRE-PATRIARCALES O CUANDO DIOS ERA MUJER :
Se habla de las culturas pre-patriarcales cuando se hace referencia a la historia de Europa en la zona del Danubio, Los Balcanes y la zona Egea, entre siete y cuatro mil años a.C, aproximadamente. Allí la cultura fue agricultora, los asentamientos sin fortificaciones, sin señales de guerra, los lugares del culto albergaban figuras femeninas y no existían, en las ornamentas mortuorias, diferencias de jerarquías entre hombres y mujeres, ni al interior de cada género. Una convivencia centrada en lo estético y la armonía con el mundo natural, un mundo donde no se luchaba en contra del entorno sino que se vivía con él y en él.
Gimbutas definiendo su arqueomitología nos dice: “hombres y mujeres trabajaron por el bien común en un período matríztico y matrilineal que tardíamente fue invadido por jinetes patriarcales de las estepas eurasiáticas, responsables de la introducción de las tecnologías bélicas. Fue un choque entre dos cosmovisiones radicalmente distintas: una celebraba la vida a través de la diosa y la otra adoraba el poder a través de la dominación”. (Ress, 1994, p.186).
Maturana nos dice que “las actividades cúlticas (ceremoniales místicos) estaban centradas en lo sagrado de la vida cotidiana en un mundo penetrado por la armonía de la continua transformación de la naturaleza a través de la muerte y el nacimiento, abstraída bajo la forma de una diosa biológica de la forma de una mujer o de una combinación de mujer y hombre, o de mujer y animal” (Maturana-Zöller, 1997, p.26).
Parece más o menos lógico que a la pregunta por nuestro origen, las culturas originarias hayan observado que la vida emerge desde el cuerpo de la mujer. Para ellos fue natural ser sensibles a un universo como Madre-tierna (hoy: Pacha Mama o Ñuke Mapu en las culturas del cono sur) que todo lo da, de cuyo vientre emerge la vida toda y al cual, como en los ciclos vegetativos, se retorna después de la muerte para volver a nacer.
Este estilo de vida que “se basó primordialmente en el principio de vinculación antes que en el de jerarquización, puede describirse como un modelo solidario” (Eisler, 1987, p.xxvi).
En los elementos definitorios de la cultura matríztica europea respecto de la cultura patriarcal, tanto la fertilidad y lo mítico son definidos utilizando la circularidad del ciclo de la vida y de la muerte. Así por ejemplo, dice Maturana: “lo místico surge como participación consciente en la realización y conservación de la armonía de toda la existencia en el ciclo continuo y coherente de la vida y la muerte” (Maturana-Zöller, 1997, p.47).
Reafirma este período histórico que lazos matríztico-circulares implicaron hablar de una sociedad no centrada en la competencia, en la lucha, la jerarquía y la agresión sino en la solidaridad y la justicia, en la libertad y la coparticipación. Fueron sociedades gylánicas (vínculo equilibrado entre lo masculino y lo femenino) donde la circularidad permeó todo el ethos comunitario.
1 comentario:
Hermano está potente tu blog y tus hijos preciosos. La mirada del Inti me mató
Te quiere
La Pochita
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