Música recomiendo: Drexler Al otro lado del río (primero apagar música de fondo, baja un poco)


Hacia un NUEVO paradigma de CIVILIDAD !!!!!

miércoles, 27 de junio de 2007

Hipótesis GAIA


Jim Lovelock, científico inglés, inventó la hipótesis GAIA (junto a Lynn Margulis) o Sistema Universal de Tendencia Biocibernética, que en síntesis considera que la Tierra es más una forma de vida que se adecua a cambios internos y externos –tal como reaccionaría un organismo a las amenazas y oportunidades de su medio ambiente- que una esfera inanimada. El nombre de esta teoría nace del nombre de la Diosa griega de la tierra: GAIA.

La hipótesis GAIA es la primera expresión científica comprensiva de la profundamente antigua creencia (indígena) de que el planeta Tierra es una criatura VIVA. Afirma además esta hipótesis que el clima y medio ambiente de la superficie de la Tierra están controlados por las plantas, animales y microorganismos que la habitan.

Tomado como un todo el planeta se comporta no como un cuerpo inerte de roca y tierra, sostenido por los procesos automáticos y accidentales de la geología, como ha sostenido por tanto tiempo la ciencia tradicional, sino más bien como un superorganismo biológico –un cuerpo planetario- que se ajusta y regula a sí mismo (homeostasis).

Un ser humano puede sudar en respuesta a una temperatura en aumento; una flor puede crecer en dirección a la luz solar –respuesta inconscientes destinadas a mantener un estado sano. De similar forma la Tierra posee mecanismos automáticos de autorregulación que la ayudan a mantener equilibradamente factores de vitalidad. Es la sabiduría del cuerpo Tierra.

Por ejemplo, la temperatura terrestre se ha mantenido dentro de un margen aceptable para la vida por más de 3.000 años, pese a que el calor solar ha aumentado en 30 % en este lapso. Igual sucede con el nivel de oxígeno que debe ser un 21 % a nivel del mar (Un 23 % de oxígeno generaría múltiples incendios y menos de un 15 % no permitiría la vida multicelular) y la salinidad de los mares.

Los gaianos consideran que igual que un cuerpo, la Tierra posee equivalentes a los órganos vitales y a sus puntos vulnerables. Las regiones de intensa actividad biológica, como los bosques tropicales y los mares costeros, son vitales no sólo regionalmente.

Comparada con los planetas vecinos la Tierra es extraordinaria, pareciera actuar como si en verdad estuviera viva. La atmósfera de la tierra es influenciada activamente, y (quizás) controlada, por los organismos vivos que la habitan.
De manera similar a la tierra, el árbol secoya, considerado universalmente como vivo, está en realidad muerto en un 97 %. Las únicas partes de vivas del árbol son las agujas (hojas) y la delgada capa de células debajo de su corteza, muy semejante a la delgada capa de vida que cubre la superficie de la tierra (biósfera).

Lovelock dice que las rocas, el suelo y la atmósfera de la Tierra son producidos o directamente modificados por los organismos vivos del planeta, observando además que toda materia inerte posee la inequívoca marca de la vida, como lo demuestra la presencia del isótopo carbono-14 para datación, que es característico sólo de la materia viva.


Lejos de la imagen más romántica de la hipótesis GAIA, es necesario reconocer que la contribución más importante de la misma es la noción de que la evolución de los organismos vivos y su entorno constituye un proceso inextricablemente acoplado, en oposición a la suposición tradicional de que los organismos simplemente se adaptan a su entorno sin ningún aporte propio o significativo.

La autorregulación puede significar que el sistema climático sea de muchas maneras más robusto y flexible que lo que generalmente se ha creído. Por ejemplo, algunos sistemas amenazados como la capa estratosférica de ozono pueden tener cierta capacidad para curarse y regenerarse, aunque no necesariamente dentro de marcos de tiempo convenientes para la humanidad.

Pero, ¿cuánto tiempo más, si ya no se ha agotado, podrá la tierra seguir regenerándose del daño que causamos como especie humana?

En perfecta sintonía con la hipótesis GAIA, Humberto Maturana y Francisco Varela han acuñado el término “autopoiesis” como la habilidad que tienen los sistemas vivos de renovarse continuamente y de regular este proceso de tal forma que mantienen y realzan continuamente la integridad de sus estructuras. Esta “voluntad-de-vida” se extiende hasta el infinito. (Para la comprensión del concepto de autopoiesis, se recomienda la lectura del libro: “De máquinas y seres vivos”, de Maturana y Varela).

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