Vengo dichoso de mi última sesión de psiquiatría. Años me costó librarme de esa costumbre tan atávica en mi .... ummm ... me refiero ... y me cuesta decirlo, necesito que una mujer se acueste a mi lado y con sus manos tibias acune mi pelvis .... si, necesito manos femeninas para cerrar el ciclo de mi sistema nervioso y poder dormir en paz verdadera .... ese fue el costo de vivir algunos años con esa tremenda mujer, aunque ahora -por respeto- no quisiera hablar de ella. Pagar la psiquiatra por años no fue tanto como lo que pasó me en Río. Yo soy por profesión geógrafo, pero me dediqué a la ecología, alternativa por supuesto. Cuando acudí a la cumbre paralela de Río, aún no podía dormir sin el refuerzo de mi psiquiatra, así es que tuve que arrendar un maniquí y entibiar cada noche sus manos de loza, para tener el reparo que me permitiera seguir con mis denuncias de este suicido colectivo que se hace cotidiano en las sociedades neoliberales actuales. Gran escándalo se formó cuando por corrillos de pasillo se habló de mis extrañas constumbres sexuales, algo así como que me "fifaba" maniquies y estatuas, ¡Chuchas! .... los periodistas de la cumbre de los países oficiales y los más alternativos, andaban a la casa de mis lujurias y ya no se hablaba tanto del efecto invernadero ni de la agujereada capa. Un enfermizo rumor de cuchicheos hizo presa del evento para desgracia mía ... No les voy a contar lo difícil que fue devolver a las 3:00 de la mañana el maniquí a la tienda de arriendo -el día del vuelo de vuelta- ni menos los dólares que me costó para tener al dependiente, hasta esa hora, esperando a hurtadillas del dueño ... lo cierto es que estoy ahora en Santiago y la psiquiatra se ha encargado directamente de atender mi problema pélvico, algo así como una solución tipo A.E.D., perdón .... A.E.Ps.D., es decir, Acción Ecológica Psiquiátrica Directa .... (Juegos de invierno 2)
No hay comentarios:
Publicar un comentario