Hace cerca de 10 años que recojo basura en las calles, lo hago los días en que puedo caminar de mi casa al trabajo .... lo recomiendo, es una maravillosa oportunidad de reconciliarnos con el planeta. Cuando no tenía hijos, recogía cada día de la semana, premunido de unas bolsa -de esas que sobreabundan de las compras del super- y unos guantes improvisados con bolsas + chicas, me agachaba por los caminos y las esquinas. Al comienzo medabavergûenza, pero luego fui desplazando el ego hacia otras ciudades y dejaron de importarme las miradas. Hasta que un día comencé a comprender que las miradas -en algunos casos- podían enmarcarse bajo una óptica educativa .... me han pasado experiencias sensibles: una vez, cuando Las Torres con Vespucio era mucho más campestre, me abordó una prostituta, que oficiaba en esos entornos y terminamos conversando del tema en un espacio armonioso y hecho calidez por los primeros rayos del sol; ya tengo muchas vecinas de la Villa El Cobre que me saludan y algunas de ellas me han inquirido en razones .... lo cierto es que ese pequeño instante de egoismo SIGUE, la gente se toma un yogurt y no espera hasta el próximo basurero, sino que lo bota para desasirse de lo molesto (de lo pegajoso) que es la basura .... Dos elementos se han hecho cada vez más nítidos en mi pensamiento: 1) Que la gente es bendecida al mirar un espacio más limpio y esa es mi bendición para ellos y ellas; 2) Que los ecosistemas -aún intervenidos urbanamente- me acompañan (ellos me bendicen ahora a mí) porque yo he (re)establecido un vínculo de amor con ellos y ellos cuidan a la gente por la que yo les pido (mis hijos, mi pareja, mis amigos y familiares) ..... bueno, era sólo hacer palabras un pequeño gesto cotiado, les invito a sumerse, ES POTENTE ....
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