El gobierno ha desperdiciado, una vez más, la oportunidad de contribuir a abrir un debate en torno al uso de este tipo de sitios históricos, ha renunciado a asumir su responsabilidad con una política de largo plazo, y no puramente reactiva, y ha desoído las propuestas y demandas planteadas al disponer una medida que sólo concitará rechazo.
Bajo el incuestionable rótulo de los "derechos humanos", las historias y las memorias relacionadas con este centro de detención, las experiencias de lucha, así como la identidad social y política de las víctimas y protagonistas de esta historia, serán desplazadas de Londres 38, al igual que las personas y agrupaciones que con su accionar han hecho visible este recinto, impidiendo que se convirtiera en un lugar en ruinas, un sitio eriazo o un condominio residencial, como ya sucedió con otros importantes centros de detención, tortura y exterminio.
Estas consideraciones deberían llevar a las autoridades a revertir esta medida, a lo menos, equivocada, evitando así una nueva "borradura" en el espacio público, de una memoria que reclama ser develada, expuesta a la mirada y a la conciencia de todos los hombres y mujeres de nuestro país .
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