La coreógrafa Elizabeth Rodríguez, quien trabajó en la logística de su última visita a Chile, recuerda que “su delgadez llamaba la atención y también lo que fumaba, pero cuando uno ve a una mujer que tiene una actividad tan potente, no se nota que está enferma. Se veía muy activa”, cuenta. ¿Su legado? “Toda su trayectoria y obra, una mujer vital. Todo lo que implica una mujer que creó una compañía de danza que gira por todo el mundo y que en su momento sobrepasó todos lo códigos de la danza contemporánea”.
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Mientras, el escritor Pedro Lemebel, publicó en La Nación el domingo 17 de junio de 2007 la crónica, “El guante escarlata de Pina Bausch”. En ella cuenta cuando la conoció en la década del ’70 por un catálogo que llegó a sus manos “en una época que yo despreciaba el ballet, la ópera y todos esos montajes artísticos con los cuales la burguesía se emociona hasta la colitis estética”.
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Su próxima aparición en la pantalla grande estaba siendo filmada por el venerado Wim Wenders, quien prepara una cinta en 3D sobre su compatriota. "Estoy desconsolado porque hayamos decidido llevar a la práctica nuestro viejo plan demasiado tarde", dijo el cineasta, quien hace unas semanas presenció su último estreno, aún sin nombre, y basado en la geografía e imaginario de Chile. En esa obra, la coreógrafa plasmó las impresiones de su tercera visita a nuestro país, luego de traer "Masurca fogo" en 2007 y "Café Müller" en 1980, cuando conoció a su esposo chileno, Ronald Kay. En febrero de este año recorrió el desierto de Atacama, el archipiélago de Chiloé y hasta los cafés del centro antes de acuartelarse en el Centro Espiral para llevar las sensaciones del Wuppertaler Tanztheater al movimiento.
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