La semana pasada Birmania se hundió en la oscuridad. La Junta militar cerró el acceso a Internet, teléfonos y todo contacto entre Birmania y el mundo exterior. Lo hicieron para intentar parar el intercambio de imágenes y mensajes entre la oposición birmana y todos los que los apoyamos desde fuera. Las imágenes de periodistas asesinados o monjes golpeados y los miles de mensajes de activistas birmanos han generado un movimiento mundial de solidaridad sin precedentes. Los generales creen que cerrando la comunicación podrán frenar también al movimiento de apoyo. Poco a poco, Birmania ha ido desapareciendo de las noticias. Debemos seguir ayudando a los activistas birmanos aunque ya no aparezcan en primera plana.
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