CONTRADESPOJO
Dicen que te oirán...
Te hacen esperar cien días
Dicen que vienen en camino
que esperes… torturada y muriendo
que esperes…
Que esperes entre rabia, dolor y agonía
Dicen que “lo estudian”
Que “saben lo que sientes”…
Declaran que les importas
Que ellas también son mapuche.
Que ellos también son mujer.
Hierofantes todos.
Disfrazados de lo que dejaron de ser o nunca fueron…
¡Vergonzantes!
Después te enfrentan con rostros repletos de miserias escabrosas
¡Que no les vengan a hacer huelgas de hambre!
Que no es su estilo…
(Prefieren la sonrisa hipócrita,
la complicidad solapada,
la mentira y el crimen).
No quieren sentir como lloramos
No quieren saber que estamos esperando en la angustia
Con el grito de la furia
Con el silencio de la espera
Con el dolor de la muerte...
No quieren caer en la confusión de escuchar tu nombre
Odian sentir nuestra mirada encima.
Son buenas esclavas aunque sean autoridad.
Están felices de servir a quienes sirven.
Están alegres de servirse del poder.
Te desprecian desde el mismo día
en que se elevaron a su ventanilla de atención al público.
Colonizadas segundonas del Capital.
Luego te obligan a comer
Te amarran, te torturan, te encadenan, te escupen.
Te escupen, pero sonriendo abusivos.
Y devoran en tu presencia toda su propia mierda.
Porque se alimentan de carroña, sufrimiento y terror.
Devoran delante de ti todo lo que tú, desde la dignidad, rechazas…
Van y te ofrecen un poco de esto…
una cuota de algo
un pedazo de lo otro…
Sus sobras a cambio de renegación
Creen que eres ellos…
Imbéciles comerciantes del alma.
Tú te niegas
No entienden.
Nunca sabrán que negarse es libertad.
Siempre aceptaron
Creen que ganaron
Dicen que “venir de vuelta” es haber entendido
Dicen que moldearse es sentar cabeza
Dicen que felonía es gobierno.
Decidieron no escucharte
Eligieron asesinarte.
Quieren que mueras.
Porque tu vida es la muestra de su fechoría.
La señal del engendro que sostienen sobre la sangre de los crímenes.
Sangre en las aguas, en los bosques, en la tierra usurpada.
Sangre de niñas, de niños, de seres que viven con humanidad
No es sangre de parto, de mujer, ni de vida.
Es sangre de agresión y hornos para matar.
Tus palabrastu presencia
se reproducen, se multiplican, nutren, acogen…
Ellos y ellas lo saben…
Tu voz fisura su discurso indigente relleno de oro robado.
Tu dignidad desata el hedor de su podredumbre
Porque son ellos los muertos,
caminan, se mueven y hablan,
pero son muecas,
gestos vacíos,
maquillaje, implantes, montajes.
No hay nadie ahí realmente.
Son fantasmas desiertos de gente que alguna vez les habitó.
Odian tu existencia por eso.
Es envidia, resentimiento, celos y control inoperante.
Ellas viven anoréxicamente la vida.
A ellos, la bulimia los consume:
lo que dicen, es vómito de descomposición.
No quieren que existas
No quieren oírte.
Cuando te oyen se hacen pasar por otras.
Callan complicidades del abuso…
Se desesperan: ¿Qué hacer?
¿Seguir jugando a la “buena”, a la madre, a la víctima de la tortura?
O
¿mostrar el falo enorme, impotente, nacido desde su razón coludida?
Los tienes en jaque
Las haces tambalear
Tú sola lo haces…
Tú sola… con todas las demás
Con todos los que están.
¡Pero no te mueras!
Vive
Porque puedes
Porque quieres
Porque eres real
Porque tienes tu propio poder
El de ellas es pálido y sombrío
El de ellos es prepotente y ególatra
El tuyo es ancestral
Es aquel de quien lleva a la gente y a la tierra, dentro
Es aquel de la Dignidad.
Y esa, ya no te la quitan, nunca más.
Querían despojarte
y se quedaron ellos,
galapanes sin fraguar,
resbalosos insípidos,
sin orgullo ni emoción.
Se quedaron ellas desiertas de cualquier hebra de decencia.
Tú los despojaste a ellos
Esa es la verdad.
Victoria Aldunate Morales
¡NO MÁS FEMICIDIO, NO MÁS ETNOCIDIO!
¡YA BASTA!
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