Fue de esas veces en que se junta tu inmensa necesidad de buscar un paseo para el hijo, ese que pasa encerrado en el departamento todo el invierno, con una llamada sincera de un amigo: oiga Claudio, véngase con familia y petacas para Curicó -al otro lado del treléfono Mauricio Oyarzún. Y uno como que duda en medio de las inquietudes de si va a tener pasaje y si va o no poder regresar .... partimos, nos envalentonamos y encontramos a Mauricio, pero más allá a su gigante familia en Curicó .... Mauricio es una mezcla generosa de niño, de niño rebelde, de un religioso de línea liberadora, de profesor, de curicano, de hincha del Curicó-Unido, de promaucae (esos mapuche que fueron indomables en esa zona); con un ecosistema familiar caracterizado por la acogida, por el rito propiciatorio en donde toda la bondad es tirada a la parrilla, con hermanos, tíos, cuñadas, nucleados en torno a dos padres de los cuales viene una cabalidad a prueba de límites .... son una familia que se muestra y que nunca acude a estereotipos a la hora de compartir .... Nosotros llegamos lona a la casa, en medio de paseos y onces, tras conocer un poco del Curicó profundo -ese asolado por las trasnacionales de la madera- y el poder del latifundio y su estilo de productividad muchas veces -todavía- cercano a estilo medioeval .... Mauricio, Mauricio un soñador que visualiza acción ciudadana desde el club poblacional de football, como en "Luna de Avellaneda" tratando de echar un gallito con el poder que intenta globalizarlo todo, con ese mañoso poder que quiere usufructuar de una actividad nacida al calor de las tomas poblacionales, sujeta a otro espíritu. Mauricio, Mauricio viviendo y enseñando en medio de unas poblaciones bravas, preparando la dignidad de los marginados donde el recuerdo del origen es siempre MEMORIA VIVA. Mauricio, Mauricio un niño o un infrahéroe .... con todos sus sueños .... intactos ..... Bella familia, vayan a verle!
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