¿Han conocido ustedes una región donde pioneros y jóvenes conviven como ventisqueros y fiordos, entendiendo que no existiría el último sin el primero y que la existencia del primero sería en vano sin la del último?
¿Han estado ustedes en una tierra donde todos se conocen? ¿Donde las familias permanecen por generaciones en férrea amistad? ¿Donde podemos hablar de nuestros bisabuelos y abuelos como colonos, sintiéndonos orgullosos de lo que han logrado?
¿Han conocido ustedes una región donde la gente sólo dibuja la frontera en la escuela, donde no existe Chile y Argentina sino la Patagonia como un conjunto?
¿Han visto a un gaucho en medio de la pampa con una nube de ovejas en dirección a la nada? ¿Han visto en diciembre señaladas o capas? ¿Han visto fiestas de la esquila, costumbristas? ¿Vieron en cada enero a la orilla de una fogata jóvenes y gauchos juntos en un encuentro, donde los últimos escuchamos relatos maravillosos de héroes que sin capa ni antifaz, montados en un caballo, con un perro ovejero, sobreviven cada día a los crudos inviernos de la pampa?
¿Han visto la fuerza del río Baker, la imponencia de su color? ¿Le han echado una carrera a sus corrientes, han galopado en la pampa, han surcado la tranquilidad del Chelenko, la furia de sus olas un día de viento?
¿Han estado durante un invierno en una cabaña al lado del lago?
¿Han sentido la diferencia de calor de la lenga y el ñire?
¿Has esquiado en los Andes Patagónicos, sentido la brisa helada cuando llegas a la última torre y ves imponente el blanco de la nieve, las escarchadas lagunas y miles de montañas que parecen infinitas?
Si has estado en la Patagonia y te deleitaste con sus paisajes has sentido todo esto. Notaste la diferencia entre un calor y otro, entre los -1 y -2 grados. Y si tuviste un poco más de suerte sostuviste conversaciones interminables con un viejo de boina, con un sinfín de surcos en la cara que relató como un García Márquez cualquiera cuentos surrealistas que no dudaste en creer. Y si tienes aún más suerte perteneces a una familia colona y tus apellidos por siempre quedarán escritos en la historia.
Pero si no has tenido la misma suerte del que recorrió la zona austral, vives en Santiago en medio de un bloque de cemento donde has cambiado el bosque por "áreas verdes" perfectamente delimitadas por cerquitos de fierro, has cambiado la cordillera por una gruesa capa de contaminación que se escurre entre tus pulmones sin que ni tú te des cuenta, has cambiado las aguas cristalinas de un río por canales que se sobrepasan con cada lluvia invernal.
Ahora cuando salgas de aquí imagina cómo sería la vida si hubiéramos construido esta cuidad respetando la ecología que llegó antes de Valdivia, cómo serían las aguas del Mapocho si hubiéramos sido mas cuidadosos con los residuos que arrojamos, cómo sería la llegada de los aviones si el vertedero que se ve cuando no hay contaminación hubiera sido manejado de una manera sustentable en el tiempo.
Quizás podríamos pensar en cómo serian miles de cosas que no hemos sabido llevar de manera adecuada. Pero aún no es tarde, aún podemos salvar uno de los pocos pedazos de tierra puros y limpios que nos quedan en el mundo.
Tenemos dos maneras de reaccionar a este nuevo desafió, cometiendo los mismos errores del ayer o haciendo que nuestras inversiones sea ocupadas en proyectos sustentables en el tiempo y amigables con el medio ambiente, que de aquí a diez años -y quizás menos- podamos decir que por primera vez en la historia de Chile se soluciona de manera sustentable el problema energético con la tecnología del mañana.
Seamos un país moderno, tomemos los ejemplos de los países desarrollados; ellos ya no construyen represas las desarman, ellos ya no usan petróleo para sus vehículos usan energía solar, ya no utilizan bolsas plásticas para el supermercado usan cartuchos de papel y así un sinfín de ejemplos que nos dan cuenta de que el mundo esta cambiando su visión de desarrollo.
Ayúdanos accionista en esta difícil tarea de ser los pioneros en salvar a la Patagonia.
Porque; si somos capaces de salvar la Patagonia, somos capaces de salvar el mundo.
¿Han estado ustedes en una tierra donde todos se conocen? ¿Donde las familias permanecen por generaciones en férrea amistad? ¿Donde podemos hablar de nuestros bisabuelos y abuelos como colonos, sintiéndonos orgullosos de lo que han logrado?
¿Han conocido ustedes una región donde la gente sólo dibuja la frontera en la escuela, donde no existe Chile y Argentina sino la Patagonia como un conjunto?
¿Han visto a un gaucho en medio de la pampa con una nube de ovejas en dirección a la nada? ¿Han visto en diciembre señaladas o capas? ¿Han visto fiestas de la esquila, costumbristas? ¿Vieron en cada enero a la orilla de una fogata jóvenes y gauchos juntos en un encuentro, donde los últimos escuchamos relatos maravillosos de héroes que sin capa ni antifaz, montados en un caballo, con un perro ovejero, sobreviven cada día a los crudos inviernos de la pampa?
¿Han visto la fuerza del río Baker, la imponencia de su color? ¿Le han echado una carrera a sus corrientes, han galopado en la pampa, han surcado la tranquilidad del Chelenko, la furia de sus olas un día de viento?
¿Han estado durante un invierno en una cabaña al lado del lago?
¿Han sentido la diferencia de calor de la lenga y el ñire?
¿Has esquiado en los Andes Patagónicos, sentido la brisa helada cuando llegas a la última torre y ves imponente el blanco de la nieve, las escarchadas lagunas y miles de montañas que parecen infinitas?
Si has estado en la Patagonia y te deleitaste con sus paisajes has sentido todo esto. Notaste la diferencia entre un calor y otro, entre los -1 y -2 grados. Y si tuviste un poco más de suerte sostuviste conversaciones interminables con un viejo de boina, con un sinfín de surcos en la cara que relató como un García Márquez cualquiera cuentos surrealistas que no dudaste en creer. Y si tienes aún más suerte perteneces a una familia colona y tus apellidos por siempre quedarán escritos en la historia.
Pero si no has tenido la misma suerte del que recorrió la zona austral, vives en Santiago en medio de un bloque de cemento donde has cambiado el bosque por "áreas verdes" perfectamente delimitadas por cerquitos de fierro, has cambiado la cordillera por una gruesa capa de contaminación que se escurre entre tus pulmones sin que ni tú te des cuenta, has cambiado las aguas cristalinas de un río por canales que se sobrepasan con cada lluvia invernal.
Ahora cuando salgas de aquí imagina cómo sería la vida si hubiéramos construido esta cuidad respetando la ecología que llegó antes de Valdivia, cómo serían las aguas del Mapocho si hubiéramos sido mas cuidadosos con los residuos que arrojamos, cómo sería la llegada de los aviones si el vertedero que se ve cuando no hay contaminación hubiera sido manejado de una manera sustentable en el tiempo.
Quizás podríamos pensar en cómo serian miles de cosas que no hemos sabido llevar de manera adecuada. Pero aún no es tarde, aún podemos salvar uno de los pocos pedazos de tierra puros y limpios que nos quedan en el mundo.
Tenemos dos maneras de reaccionar a este nuevo desafió, cometiendo los mismos errores del ayer o haciendo que nuestras inversiones sea ocupadas en proyectos sustentables en el tiempo y amigables con el medio ambiente, que de aquí a diez años -y quizás menos- podamos decir que por primera vez en la historia de Chile se soluciona de manera sustentable el problema energético con la tecnología del mañana.
Seamos un país moderno, tomemos los ejemplos de los países desarrollados; ellos ya no construyen represas las desarman, ellos ya no usan petróleo para sus vehículos usan energía solar, ya no utilizan bolsas plásticas para el supermercado usan cartuchos de papel y así un sinfín de ejemplos que nos dan cuenta de que el mundo esta cambiando su visión de desarrollo.
Ayúdanos accionista en esta difícil tarea de ser los pioneros en salvar a la Patagonia.
Porque; si somos capaces de salvar la Patagonia, somos capaces de salvar el mundo.
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