Seguimos (o debiéramos seguir) persiguiendo algunos de los deslumbramientos de nuestra primera infancia que se constituyeron en sueños para nosotros:
ese aroma que nos eleva y transporta como semillas en el viento
la mirada ahora perdida y antigua de quien llenó de luciérnagas nuestro recreo
el candor por el roce de la yema de aquellos dedos con los nuestros
su mortal sonrisa
el instante eterno en que su vestido flotó en el aire espeso de un verano antiguo
cada vez que comimos y comemos helado, especialmente de arroz con leche
el primer beso, su primer beso
la nieve por primera vez descendiendo sobre nuestras cabezas; lo mágico de su silencio
la alegría de dejarse rodear por el mar aquel primer verano
nuestros sueños de entonces
todos los sueños de antes
los de ahora
los de mañana
Seguimos (o debiéramos seguir) soñando sin importar si éstos se cumplen
Pero debiéramos procurar que así sea.
Feliz navidad y feliz año nuevo
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