Que Tristeza
Me llegan al correo muchos mensajes e información sobre el petróleo que está asolando al Golfo de México. De repente le hecho una mirada a alguno, pero a la descripción del sufrimiento de los seres humanos y otros que habitan la región, ya no puedo seguir, realmente no puedo.
Es el sufrimiento, propio y ajeno, el motor de la acción de sobreviviencia? Creo que no. La información es indispensable, pero sin alternativas de reacción se transforma en puro sufrimiento y a la final en necesidad humana de dejar de sufrir, es decir…
Recuerdo un momento crucial en mi toma de conciencia cuando fue Chernobyl. Estaba sola en Colonia, Alemania. Mi vecina, la Tila era profesora primaria y tenía una perra, la Sophi. Con la Tila éramos amigas, si es que se puede decir, porque apenas nos entendíamos ya que ella hablaba sólo Kölsch, un dialecto alemán muy cerrado y yo apenas balbuceaba el alemán. Cuando podía yo sacaba a pasear a la Sofi y la regaloneaba porque su ama trabajaba todo el día fuera de casa, en fin, las tres nos queríamos harto.
En ese período sucedió Chernobyl. Nos enteramos cuando ya la nube cubría gran parte del territorio europeo, yo me demoré un poco más porque no entendía bien lo que estaban diciendo en las noticias, pero finalmente reaccioné como se esperaba que lo hiciera: puse toallas en las ranuras de puertas y ventanas y si tenía que salir dejaba los zapatos afuera de la casa…. En esos días subió la Tila a tomar un café conmigo y me contó que había estado en el parque con sus alumnos. Me horroricé por su falta de responsabilidad con las niñas y niños, ya que en las autoridades estaban diciendo que había que evitar los parques y el aire libre por la nube tóxica y la lluvia que posteriormente cayó. Reaccioné como se suponía que debía hacerlo, discutí con ella. Fue entonces que, a medias lenguas, la Tila riéndose un poco de mi ignorancia me mostró claramente que no se le puede poner barreras al aire, ni al agua, ni a la tierra, que es imposible protegerse de la energía nuclear con una toallita y entendí de una vez y para siempre que la única posibilidad es terminar con la energía nuclear.
Sandra Lidid
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