DESOBEDIENCIA CIVIL
¿Qué vamos a seguir esperando?
¿Que se nos venga el techo del mundo encima?
¿Que se nos pudran las manos y los pies?
¿Que nos condenen también la risa?
¿Que nos maten la urgencia de la esperanza?
Al carajo, yo no obedezco y propongo que nadie obedezca.
¿Quién los eligió para que prohíban vivir dignamente?
¿Quién les dio el visto bueno para encerrarnos en el mercado del cautiverio?
¿Quién diablos se están creyendo? ¿Acaso porque usan ropa de reyezuelos?
¿Acaso porque viven escondidos en sus madrigueras de lujo?
¿Acaso porque en los ojos les nacieron cuervos?
Al carajo con estos dioses de barro, me opongo a este calvario.
Yo no acepto la fiesta enemiga y escupo en la migaja sangrienta.
Al carajo con sus negocios y fusiles.
Una piedra sana vale más que mil cazabombarderos y tanques
comprados con carroña.
Al carajo con los mercaderes de mujeres y niños,
con los vendedores de patrias, con los mercachifles de banderas muertas.
A esta patria todavía le queda sangre, buena, sana.
A esta tierra aún le queda fuego, chispa, hoguera.
A este pueblo aún le queda tiempo: tres meses de rabia,
un año unitario, seis meses insurgentes…
y un minuto de esperanza.
¿Qué vamos a seguir esperando? ¿Que nos rompan todas las ventanas?
¿Que nos ladren hasta las calles quebradas?
¿Que las puertas se abran únicamente hacia el hambre?
¿Que los caminos conduzcan solamente hacia la jornada de la farsa?
Al carajo, yo no obedezco, y propongo que nadie obedezca.
Bajo este cielo todavía quedan sendas, coraje.
En esta patria oscurecida nadie puede cansarse ni volver la cara.
En esta patria en venta no basta con cantarle a los muertos,
hay que gritarle a los vivos. Y poner todos los huesos rebeldes.
¿Qué vamos a seguir esperando?
¿Que nos coman todo el país largo y estrecho?
¿Que esta patria sea un burdel de godos, gringos e imperios?
¿Que esta tierra siga siendo vitrina de la vergüenza?
Al carajo, yo no obedezco, y propongo que nadie obedezca.
Christian Guadiana.
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