Por Rodrigo Alvarado E. / La Nación Domingo
Guillermo Calderón, el dramaturgo de exportación, abre su cabeza
“Estoy afilando el corvo de la sátira por si sale Piñera”
En sólo tres años se convirtió en el autor más cotizado del país. Los festivales extranjeros se pelean sus obras y los críticos alaban su pluma inteligente y poética. Sin embargo, el creador de las aplaudidas “Neva”, “Clase” y “Diciembre” dice que sus trabajos son “más políticos que estéticos” y advierte que está preparando una pieza para el candidato de la derecha.
El año pasado Guillermo Calderón (37) estaba de gira en Italia con la compañía Teatro en el Blanco (Trinidad González, Paula Zúñiga y Jorge Becker) y aprovechó de ir a Venecia. Caminando en ese laberinto de callejuelas, puentes y canales que llevan a la Plaza San Marcos, se toparon con un turista muerto en la acera. Las hordas seguían de largo. Pero Calderón se detuvo a pensar en lo sublime de morir en ese escenario gigantesco que es Venecia.
Calderón es nuestro dramaturgo y de exportación. De los buenos, de los pocos que viven exclusivamente del teatro. Desde que escribió "Neva", colecciona premios (Altazor, Círculo de Críticos), recorre el mundo con sus obras (Europa, Asia, América), las traducen (Italia), las editan (Cuba) y las coproducen (Festival de Cádiz con "Diciembre"). Y las siguen editando: en mayo la editorial Ciertopez publicará un volumen con sus tres piezas.
En este mismo momento debe estar caminando en el cemento de Sao Paulo, mientras presenta "Neva". Luego vienen Bolivia y Perú con "Diciembre" y así Austria, Canadá, Portugal hasta llegar a Argentina. Porque el nuevo director del Festival de Teatro de Buenos Aires, Rubén Szuchmacher, vino en enero a resarcir los años de omisión del teatro chileno al otro lado de la cordillera y decidió llevarse el pack completo.
En octubre los argentinos verán cómo Olga Knipper se obsesiona con montar "El jardín de los cerezos" en San Petersburgo, mientras afuera la Guardia Imperial da inicio a una matanza ("Neva", Teatro en el Blanco); la frustración de un profesor contra su alumna con las manifestaciones estudiantiles de fondo ("Clase", con Roberto Farías y Francisca Lewin); y cómo dos mujeres luchan porque su hermano vuelva a la guerra contra Perú y Bolivia o se esconda en el sur ("Diciembre", Teatro en el Blanco).
Para Szuchmacher, la pluma y el espesor del chileno, supera a sus compatriotas Daniel Veronese, Claudio Tolcachir y Rafael Spregelburd. "El teatro chileno es mucho más eficaz políticamente que el porteño. Y de todo lo que vi, Calderón es lejos el mejor", dice.
Porque por sobre todos los halagos estéticos, Calderón es un escritor político y eso no se ha tomado muy en cuenta por acá. Sus obras están cruzadas por quiebres sociales y sus muertos no tienen la fortuna de caer en Venecia. Son los de su propia generación, perdida en la transición.
Una historia personal oculta por su lucimiento como actor y director de la compañía Teatro El Cancerbero y su paso por el Actor’s Studio. Eclipsada por su exitoso debut como dramaturgo, que lo tiene invitado a festivales como Edimburgo y Chéjov de Moscú en 2010. Y que, sin embargo, podría salvarlo del bisturí de una actriz extasiada con "Diciembre", que dice a la salida del teatro, "me gustaría abrirle la cabeza a Guillermo y saber qué tiene adentro".
LA FRUSTRACIÓN
-¿Cómo son tus procesos de escritura?
-Desordenados. Parto de una idea y la comunico al grupo. Pienso en ellos, como Chéjov, que escribía para un elenco estable. Es muy poco metódico, pero es como escribir con un libro de historia abierto. Shakespeare leía de la historia clásica romana y escribía. Es una fórmula bastante probada e interesante.
-¿Para "Clase" abriste un libro sobre la historia reciente de Chile?
-No, en "Clase" la historia era yo. Mi generación creció en movimientos contra la dictadura, con mucho optimismo y compromiso. Con la democracia hubo un recogimiento y todos dejamos que el proceso de transición administrara nuestras ideas y aspiraciones. Salimos de la vida pública.
-Tu generación agarró la cola de la dictadura y el inicio de la transición. No alcanzó ni a validarse.
-Exacto. Eso está súper bien retratado en la cinta "Actores secundarios". Estudié en el Manuel de Salas y en ese tiempo nos sentíamos parte de una generación súper talentosa, con liderazgo y educación política. "Gente con mucho potencial", como dice el profesor de "Clase", pero que no logró integrarse activamente a los procesos sociales. Esos personajes hoy son anónimos.
-¿Quiénes?
-Siempre me ha impactado el caso de Víctor Osorio, de la Izquierda Cristiana. Un tipo carismático y brillante, de los muchos que había. Hubiera esperado que hoy fuera un farol de la intelectualidad, sin embargo, se impuso la gente más preparada para administrar la transición desde el punto de vista técnico o con mayor posicionamiento político. Eso está muy retratado en "Clase": "Vamos a ser la nueva generación frustrada de la república".
-¿Te domina la frustración cuando escribes?
-Mucha de la gente que piensa como yo tiene la cultura de haber sido derrotada. Es una cuestión que se arrastra desde la derrota de la Unidad Popular. Por un lado piensas que tus ideas no son lo suficientemente populares para que sean predominantes y, por otro, vives en una situación de minoría dignificada. Pero creo que mi posición de minoría tiene algo que decir.
-En la avalancha de rabia de "Clase", queda resonando una frase del profesor: "En mi casa no había libros".
-Es que es un problema de clase. Toda esta gente que se sacó la chucha luchando contra la dictadura, no tenía idea de que al mismo tiempo había personas estudiando en Harvard para convertirse en ministros. Y cuando cumplieron treinta años se dieron cuenta de que no sabían idiomas y que nadie les dijo que podían estudiar en una universidad extranjera. Esa frase es un grito de rebeldía.
LOS "ARIELES"
-El teatro en los ochenta fue muy contestatario, pero tú entraste a estudiar a la Universidad de Chile cuando se acaba la dictadura. ¿Cómo fue ese nuevo escenario?
-Lo primero que hice fue revitalizar el centro de alumnos. Hubo momentos gloriosos: hicimos tomas para sacar a los decanos, profesores y administrativos de la dictadura. Pero fue una época terrible. Apareció La Oficina (Consejo de Seguridad Pública dirigido por Marcelo Schilling) y los pagos por delaciones. Ahí mataron a Ariel Antonioletti (21), uno de los líderes del MAPU-Lautaro. Su caída fue el puntapié final de un sueño. A mí me carga la violencia, pero la entiendo profundamente ¿Viste "Diciembre"?
-Claro.
-Cuando se inicia la guerra (N. de la R: ficticia, contra Perú y Bolivia en diciembre de 2014), hay unas personas que se reclutan, toman las armas y se arrancan al sur para luchar al lado de los mapuches. A ellos les llaman "arieles" y es una cita directa a Antonioletti, porque estoy seguro de que eso es lo que haría en un caso así. Pensaba que se iba a entender, pero gente que lo conoció vino a ver la obra y no hizo la conexión. Ahora lo cuento, o si no, nunca se va a saber.
-¿Lo conociste personalmente?
-Sólo como dirigente, no como amigo.
-¿Eras del Lautaro?
-No, pertenecí a otro movimiento contra la dictadura, pero es irrelevante la militancia en función de lo que hago hoy. No me gusta que me encasillen.
-¿O te da pudor darte esa aura de héroe?
-Exacto, me cargan los que se vanaglorian o dan autoridad moral: yo fui más jugado que tú. Suena muy presumido. Prefiero que mi trabajo hable por mí. Me cargaría que el público y los críticos dijeran "ah, este huevón obviamente escribió esto porque piensa esto".
-Por lo menos evitarías que haya críticos que gasten párrafos en cosas irrelevantes, como homosexualidad en el ejército, por cierto, un decoré en "Diciembre".
-A muchos críticos de medios de derecha les gusta el lado literario de mi obra, pero hay cosas políticas en las que no entran, porque si lo hacen quedan expuestos. "Diciembre" es una obra antipatriótica, pacifista, anti Estado, ojalá anarquista, pero no pasa al nivel de debate y eso es decepcionante. Mis obras son más políticas que estéticas, no sólo sugieren contenidos políticos, sino que los exponen elocuentemente. En eso no culpo a la crítica sino a mí, que no logro provocar el tipo de debate que me interesa producir.
EL MALA PERSONA
-Hablando de posiciones políticas, ¿viste a Sebastián Piñera en "Cadena nacional" proponiendo que los fondos en cultura se asignen con encuestas de opinión pública?
-Sí, hizo el ridículo, ¿no? Dejó entrever que no tiene idea de nada. Bueno, Piñera es un ignorante y algo en mí quiere que salga elegido para darle duro, culturalmente hablando. Es un blanco fácil y cuando estás sometido a gobernantes que son muy patéticos, se activa la cultura desde el sentido del humor. Así que estoy afilando el corvo de la sátira en la eventualidad lamentable de que sea presidente. Tengo un proyecto (monólogo) que tiene que ver con lo que estamos hablando.
-No sería la consecuencia natural de una Concertación que transó sus ideales por el éxito del modelo económico. Es decir, ahora estaría al frente alguien sin nada que transar.
-No creo que todos sean iguales, hay matices. El sistema funcionó y la Concertación dijo "bueno, lo administramos pero déjennos hacer nuestras políticas sociales". Fue un pacto con el diablo. Ahora mucha gente piensa que porque estos gallos han ganado plata en el mundo privado serán buenos gobernantes; pero la última vez que gobernaron dejaron la crema. Nadie merece tener un gobierno de derecha, volver a someterse al oscurantismo cultural, a la mediocridad, a la destrucción de la salud y la educación pública.
-Por otro lado, más que un empresario, Piñera es un gran especulador y ha usado información privilegiada para transar acciones.
-Es un oportunista y un ambicioso de la peor calaña. Mientras Bachelet atendía a hijos de torturados en un consultorio, él estaba vendiendo tarjetas de crédito. Eso lo dice todo. Es una mala persona, que representa a un grupo de malas personas que no han pedido perdón por las violaciones de los derechos humanos. Insisto, si sale presidente, le voy a dedicar tres o cuatro obras. LCD
NOTA BLOGGER: lo único que me resta decir es que del consultorio en que atendía a torturados e hijos(as) de torturados, la sra. Bachelet organiza la persecución y la tortura del pueblo Mapuche desde el ppder de su gobierno!