relatos de verano ....Hoy que es Enero/en este mes que es miércoles ....

El Inti todavía es chico y me aguanta, un poco más que la Niko. La idea original era irnos al parque, aquel que él llama "Parque Granada" (nominación suya, en homenaje al fruto); un paño de árboles nativos al pie de la cordillera, en Las Perdices, mi antiguo espacio de vivir por más de 10 años. Tras armar un rompecabezas y realizar el obligado "rito de copas" de hidratarnos con juguito tirados en el pasto, di comienzo a un no planificado paseo, quizás una sujeción atávica que me venía pulsando desde hace algún tiempo. Es cierto que usé unos trucos, valga ejemplo: "vamos a esa plaza donde hay hartos juegos divertidos" (suciooooo !!!!) para acercarme al almacén, a la sede del club, a la casa del viejo Hugo, mientras el Inti -a mi completa vista- hacía de volantín arriba de un columpio ...

Cruzamos los árboles que yo planté, con Susana, José Seves, el tío Leo y la Cecilia -aunque es mejor decir que José Seves los cantó- y al borde de la cancha pude ver un retazo cortado del kultrúng que pinté en la población "El Esfuerzo", ese viejo dibujo que arrojó más de un "no sé por qué Claudio pone un kultrún, si aquí no vivimos puros Mapuche" y que hoy luce a medias por una pared esquina que hace las veces de una imaginaria hipotenusa en esa población y en aquellas casas, que forman un ajedrez que cambia con el tiempo, en este particular caserío sureño de Las Perdices ...

Luego vino la visita a Don Israel y la señora Berta -que nos prestaban la muralla para los murales-, la visita a la casa de Don Hugo -el mítico dirigente poblacional de gran habilidad para lograr consensos- y una caminata crepuscular -déjá vu- por la población La Higuera, pasando por la casa de la señora Noelia -en donde realizamos el taller de cultura Mapuche- para casi en derrotero obligado visitar el quiosco de Don Amador, hoy cerrado casi inerte, donde pocas conservas, pocos tomates, pocas "faltas", dibujaban una estantería-almacén de barrio ...

Inti me dice estar satisfecho con el paseo, sobretodo ahora que trazamos esgrimas frente a frente de un melón helado y cuando fue notoria víctima del viento y sus árboles, en ese dulce atardecer de la población La Higuera. Detrás quedó la nostalgia de un pan amasado, en esa amasandería que nos minaba en voluntad los domingos por la tarde, aunque no sé si entendió de plantón el motivo más arcano de este patiperreo veraniego, hoy día que es enero en este mes que es miércoles. No sé si  a uno le baja un estilo "Pamuk" con la edad, lo digo por este afán de contar historias -así de corrido- como si el notebook fuera preso de un destino ... tecleado compulsivo ... por el dictado del alma ...